La industria cultural sigue promoviendo el tabaquismo

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José Sacristán se despide de la audiencia y de su compañera de trabajo, Lola, con un monólogo conmovedor y muy humano. Es la escena final de Solos en la madrugada y los protagonistas están en un estudio de radio. Ambos fuman y en la mesa que comparten los conductores del programa hay un cenicero lleno de colillas.

Esa escena no era excepcional en el cine mundial en la década de 1970, tampoco en la de 1980 y antes: en 1960, 1950, 1940 y todavía más atrás en el tiempo. En realidad, se dice que las tabacaleras incentivaban a estudios, directores y actores a que se fumara en los filmes para promover el consumo de cigarrillos desde 1927.

 

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