Catedrales o panqueques, esa es la cuestión

Para Jaim Etcheverry, hoy la función esencial de la escuela es constituirse como una herramienta contracultural.

Se deben promover los tiempos lentos, la reflexión y la profundidad, como contrapeso de una sociedad acelerada. Entiende el lugar de las nuevas tecnologías pero advierte que hay que comprender que son instrumentos y que lo importante es qué se hace con ellos.

“Obviamente, la escuela debe incorporar toda la tecnología posible, pero teniendo claro que eso no resuelve la educación. Puede ser importante si se usa buscar algo trascendente, pero si lo que se hace es jugar, es irrelevante”, considera. “Y es que la mayor parte de las veces son pedazos de información, informaciones sueltas, pero lo importante es poder transformar eso en conocimiento, y a eso lo hace la escuela”, dice.

Está convencido, además, de que el colegio no debe competir con las pantallas. “La escuela es un espacio para otra cosa: para la reflexión, el pensamiento, el tiempo lento, la imaginación, la creación. Y precisamente ahí está la función esencial que tiene hoy, que es convertirse en una herramienta contracultural, una manera de introducirse en ‘el tiempo lento’”, sostiene.

Argumenta: “Aunque ahora vivimos en un tiempo veloz y acelerado, todo lo que se crea, incluyendo la tecnología, es producto del tiempo lento, de gente que se paró a pensar, a imaginar, a hacer y a volver a hacer, y eso es algo que se está perdiendo y por eso la escuela debe recuperarlo”.