Frenar y mirar
Aunque murió en 1900, el mismo año en el que se iniciaba el siglo XX, Nietzsche impregnó con su filosofía no sólo ese siglo, sino que influyó, de manera directa o indirecta, en el pensamiento del actual. Feroz crítico de la cultura de su tiempo, llegó también a altas cumbres metafísicas. Y si bien se lo cita mucho a modo de aforismos punzantes, no siempre se comprenden cabalmente sus ideas. Simplificándolas se llegó a crear un curioso vínculo (que quizás él no hubiera imaginado) entre ellas y el nazismo. Uno de esos aforismos dice: «La prisa es un mal universal porque todo el mundo huye de sí mismo».
Esta afirmación tiene parentesco con algo que decía otro célebre pensador y escritor alemán: Goethe (1749-1832). El autor de Fausto, Werther y Las afinidades electivas, entre otras obras significativas, se preguntaba: «¿Conocerme a mí mismo? Si me conociera a mí mismo saldría corriendo de inmediato». A la luz de estos comentarios de Nietszche y Goethe resalta una paradoja de la cultura en la que vivimos. Mientras por una parte desde la segunda mitad del siglo XX se ha extendido sin interrupción la afición por el crecimiento personal y el autoconocimiento (que han generado corrientes de pensamiento, terapias, técnicas y prácticas espirituales de lo más variadas y ocurrentes), también se incrementó la velocidad a la cual se vive.