“La amistad duplica las alegrías y divide las angustias por la mitad»

La amistad es una relación de hermandad elegida, no impuesta por lazos consanguíneos, en la que se desactivan los deseos edípicos y fraternos puestos en movimiento por la aspiración fálica de alcanzar a ser el heredero único y el preferido hijo de un padre-madre-Dios.

Sin embargo, no debemos olvidar que si bien en la amistad se establecen relaciones de objeto exogámicas, fácilmente pueden volver a filtrarse conflictivas narcisistas, fraternas y parentales.

El amigo ejerce una función de acompañamiento en los estados angustiosos de soledad y en situaciones conflictivas relacionadas con el amor de la pareja y de la familia. Al configurar una lógica horizontal de una solidaria confraternidad, posibilita procesar el desasimiento del poder vertical ejercido por los padres y por los hijos.

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Freud señala la contribución de la fuente erótica en los vínculos que se traman entre padres e hijos, los sentimientos de amistad y los lazos afectivos en el matrimonio. Para los antiguos, la amistad era superior al amor. Según Aristóteles, la amistad es “una virtud o va acompañada de virtud; además es la cosa más necesaria de la vida”. Plutarco, Cicerón y otros lo siguieron en su elogio de la amistad.