Los niños protagonistas de su evolución

La crianza es un proceso compartido en el que existen dos actores íntimamente relacionados: los padres y los hijos. La crianza es la alimentación y nutrición de un niño, entendiendo por alimento todo aquello que es necesario para vivir. Por eso debe favorecer la autoestima, autonomía, creatividad, felicidad, solidaridad y salud del pequeño, y es clave considerar no sólo lo que los padres quieren de ellos, sino contemplar también los deseos y las necesidades de los hijos.

Crecer de golpe

La llegada de un ser cambia el sentido de la vida de los padres. “Nos hace crecer de golpe y darnos cuenta de que somos parte de un nuevo proyecto que demandará responsabilidad, dedicación, esfuerzo y disfrute”, explica Mario Polacov médico pediatra y miembro del Comité de Pediatría Ambulatoria de la Sociedad Argentina de Pediatría, Filial Córdoba, quien en noviembre presentó su libro Crianza saludable, educando y comprendiendo a nuestros hijos .

El especialista destacó que es necesario apuntalar el eje de la crianza de los hijos a través de la educación, la comprensión y el ejemplo. “Los padres somos los pilares de la educación de ellos y brindamos el ejemplo con lo que hacemos y decimos. El desafío es convertirlos en gestores activos de su personalidad. Los hijos no deben ser lo que los padres desean, sino 
lo que ellos mismos definan como su propio ideal de vida”, subrayó.

Se trata de brindar un acompañamiento cercano para permitirles que tengan una personalidad propia, demostrándoles presencia y proximidad para que recurran a sus padres cuando lo necesiten.

Polacov recuerda que los niños no vienen con “manual de instrucciones”, ni folleto explicativo” de cómo tratarlos y guiarlos de por la vida. “No hay métodos o estrategias aplicables a todos ya que cada realidad es particular”, expresó. Sin embargo, señaló que existen algunas sugerencias generales que pueden servir de orientación para que los adultos transiten por un 
camino de relativas certezas.

Oportunidad

Aunque con la llegada de un hijo ya nada será como antes, Polacov destaca que eso no significa que sea una carga, sino que puede considerarse como una oportunidad de crecimiento personal. En ese sentido, afirma que lo importante es que los hijos están esperando el “nacimiento” de sus padres. “Porque no es solo que los padres aguardan la llegada de su bebé, el niño también es el que espera, nos da su confianza, afecto, sus ilusiones, su presente y su futuro para que nos transformemos en su mamá y en su papá”, afirma el médico.

En su libro, Polacov describe varias etapas del niño que van determinando necesidades, expectativas y desafíos. La primera va de los 0 a 2 años, el “Yo y mis padres,” donde la figura materna es fundamental. La segunda se extiende entre los 2 a 5 años, se puede denominar “el Yo y los otros niños”. En este periodo se produce el desarrollo del lenguaje, el cual se adquiere preguntando, y también se dan las tormentas emocionales, los berrinches, la construcción de las relaciones con los hermanos y familia. Es el período de la conciencia de su propia individualidad, los niños necesitan decir “No” para demostrar una voluntad independiente. Es la etapa del control de esfínteres, donde se aprende a regular lo que sale y aquello que se retiene en el cuerpo. Luego está el período de 5 a 11 años, la etapa de la escolarización, la etapa en la que el niño va a la escuela y se relaciona con sus maestros y compañeros. En esta fase se descubre el sentido del tiempo y de la historia. “Es muy importante que los niños sigan jugando, porque lo necesitan, hay que evitar sobrecargarlos con exigencias además de las escolares. El juego es un importante indicador de la salud de los, hijos tanto en el plano físico, como intelectual y emocional, tan importante como el alimento y el sueño. “Si el hijo juega, duerme y come suficiente está sin duda sano”, apunta.

El juego es uno de los aspectos esenciales del crecimiento, favorece el desarrollo de las habilidades mentales, sociales y físicas, es el medio natural por el cual los niños expresan sus sentimientos, miedos, cariños y fantasías de un modo placentero y espontáneo.

El ocio y tiempo libre son importantes para promover la creatividad, propicia espacios de juego y encuentro con sus padres, hermanos y compañeros de escuela. El aburrimiento debe verse como una oportunidad creativa. Algo importante para recordar en un momento de hiperestimulación.

salud3_3