“¿¡Mamá, qué hacés con ese látigo!?”

La película 50 sombras de Grey no ha pasado inadvertida –lo que ha alegrado mucho a sus productores–, aunque no tanto por sus virtudes, sino por las muchas situaciones que indirectamente genera.

Sea para el sano consejo psiquiátrico sobre “amor saludable”, por un lado, o para aumentar las ventas de objetos para la práctica de sexo bondage o sadomasoquista, por el otro.

En todas partes del mundo, los negocios dedicados a proveer juguetes y herramientas para la intimidad, los llamados sex shops , han visto reverdecer sus ingresos a partir de este filme. Las secciones sadomasoquistas de estos locales se han ampliado y ya se comercializan lubricantes íntimos “50 sombras de Grey”.

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